Pues el martes de hace dos semanas, fui a entrenar un poco la altura de cara al Campeonato de Cataluña de Clubes (que por cierto, empieza este fin de semana), y cuando hice el que me prometí iba a ser el último intento sobre 1,65, noté un pinchazo en la cadera al arquear. Al principio no parecía gran cosa y podía caminar sin problemas, pero al día siguiente se me vino el mundo encima: apenas podía apoyar el pie en el suelo para caminar. Así que voy al médico y al final no queda muy claro si es un desgarro, o una distensión o qué. Pero al cabo de una semana y media de estar todo el día sentado, y con muletas para moverme, ¡Milagro! El dolor se pasó. Hice un par de días de reposo, y el domingo pasado probé con la cursa del corte inglés, haciéndola muy suave, a ritmo de 5'20" por kilómetro. Me molestaba más el isquio que la cadera, así que me di por curado.
No obstante, esta pequeñísima lesión, ha venido en un mal momento, ya que cuando estaba recuperando las esperanzas de hacer una marca respetable en el 800 este año, estas dos semanas de parón han sido como un jarrón de agua fría. La poca fuerza y fondo ganados en apenas dos semanas tras la lesión del isquio, se desvanecen y hay que volver a empezar. Y aquí es cuando he dicho basta. He asumido que la temporada de pista se me ha acabado, y no quiero forzar más el cuerpo para intentar coger el ritmo a contrapié y hacerme otra vez daño. No, prefiero dedicarme a rodar, y a hacer, como mucho, alguna serie larga. Haré un par de diez miles en serio de aquí a julio y a intentar no volverme a romper. Pero toda la motivación y ganas con las que había empezado la temporada se han esfumado. En fin, otra temporada perdida.
Con todo esto, solo espero ya que la temporada que viene sea mejor, o mejor dicho buena. Que por fin se termine esta larga lista de lesiones y pueda correr en tiempos dignos. Espero, espero, espero que sea de verdad mi temporada, y que no se vuelva a repetir esta historia interminable.
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